lunes, 3 de octubre de 2011

Al fondo de todo esto duerme un caballo

Al fondo de todo esto duerme un caballo
blanco, un viejo caballo
largo de oído, estrecho de
entendederas, preocupado
por la situación, el pulso
de la velocidad es la madre que lo habita: lo montan
los niños como a un fantasma, lo escarnecen, y él duerme
durmiendo parado ahí en la lluvia, lo
oye todo mientras pinto estas once
líneas. Facha de loco, sabe
que es el rey.

Alto.

Suena y se hace, así como nace;
se vive y se esparce por la vida como tus realces,
atónitas curvas; sabiduría en mil;
velocidad profunda, como el viento en aquel cuchitril;
cuesta abajo, la cara se desforma,
dos o tres horas, después de eso vuelve a su horma.

Calles y mas calles, no entiendo nada,
casas por todas partes, sin sentido desplegadas,
no como mi mirada, que se siente acongojada,
aquella tarde, fue mi mas mortal mortajada.